No hay Premio Nobel de ingeniería. Pero debería haberlo. Al construir maravillas tecnológicas desde automóviles hasta computadoras, los ingenieros dan forma al mundo que nos rodea y conducen avances científicos dignos de Nobel. Pregúntele a Karina Tañon-De Jesús, estudiante de último año de ingeniería eléctrica en la Universidad de Puerto Rico Mayagüez. Como estudiante, ya está desarrollando herramientas innovadoras para apoyar a los científicos. Un programa que ella diseñó conjuntamente hace posible mantener el plato colector para uno de los radiotelescopios más grandes y vitales del mundo, el Observatorio de Arecibo.
El plato de mil pies de Arecibo está cubierto de 38,000 paneles de aluminio, cada uno de tres por seis pies. Para tener una idea de su escala, imagine dibujar un círculo alrededor de veintiocho autobuses escolares estacionados en una fila. Ahora imagine esto: ¿cómo mantendría una estructura tan grande en perfecto estado de funcionamiento? No puedes caminar sobre el plato porque romperías sus paneles. No puede inspeccionar directamente los paneles desde la parte inferior del plato, porque tomaría demasiado tiempo y no puede alcanzarlos a todos. Si los paneles del reflector están comprometidos, no puede obtener datos precisos del receptor. Estos son los problemas que Karina y su equipo estaban decididos a solucionar. Tuvieron éxito al desarrollar un dron que puede volar sobre toda la estructura y detectar qué paneles necesitan ser reparados o reemplazados. Es una solución elegante y económica para mantener un equipo que científicos de todo el mundo usan para su investigación.
"Cualquier daño a los paneles puede interrumpir las señales y dañar los datos recopilados por el receptor", dice Karina. "Mantener todos los paneles en buenas condiciones es fundamental para la integridad de los datos".
Ubicado en un impresionante parque nacional en el norte de Puerto Rico, el Observatorio de Arecibo fue el lugar ideal para construir un radiotelescopio por razones que podrían sorprenderlo. Pensemos en ese reflector gigante nuevamente por un momento. Una estructura esférica tan grande necesita caber dentro de una gran cavidad en el suelo. El sumidero kárstico de Arecibo, un tipo de depresión creada cuando se disuelve la dolomita, el yeso y la piedra caliza, era del tamaño perfecto para el plato. La proximidad del sitio al ecuador fue igualmente importante porque es el único lugar en el planeta donde los observadores tienen acceso a todo el cielo, independientemente de la rotación de la Tierra.
Arecibo es el origen de muchos avances científicos importantes. Es donde un equipo de científicos imaginó por primera vez un asteroide y otro está escuchando la vida extraterrestre en el universo. Al nivel más alto, el equipo consiste en el reflector esférico gigante monitoreado por Karina y su equipo. Casi 500 pies sobre el plato, hay un receptor suspendido en una plataforma de 900 toneladas. Las estructuras plateadas emergen del espeso follaje tropical y se asemejan a una máquina futurista que podrías ver en una película de Christopher Nolan. De hecho, muchas otras mentes creativas han encontrado formas de presentar a Arecibo en películas, libros y videojuegos.
"Cuando era más joven, nunca soñé que podría hacer un proyecto en un lugar como Arecibo", dice Karina. "Pero trabajé muy duro para ganar la oportunidad".
El telescopio sufrió algunos daños durante el huracán María. Cerca de 30 de los paneles del reflector se rompieron y una antena de 10,000 libras fue derribada por los fuertes vientos. Pero las pérdidas allí fueron mínimas en comparación con otras partes de la isla, y el personal y los científicos resultaron ilesos. Después del desastre, Karina y su equipo enfrentaron desafíos para obtener las piezas que necesitaban para su dron.
"Fue emocionante y un poco aterrador probar nuestro sistema en Arecibo", dice Karina. “Nos costó reunir todas las partes porque estábamos muy aislados por el huracán. Durante muchos meses tuvimos la suerte de obtener elementos esenciales como la comida y el agua".
Karina se ha trasladado a otros proyectos. Actualmente es asistente de investigación en el Programa de Advertencia de Tsunami del Caribe en la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. También está trabajando en su proyecto final, uno de los requisitos finales para obtener su título de Bachiller en Ciencias. Para esta tarea, Karina y su equipo están desarrollando un sistema de radar para ayudar a los agricultores a medir la cantidad de grano en sus silos. Utilizando un silo en el campus que forma parte del Departamento de Ciencias Agro ambientales de la universidad para las pruebas, su objetivo es construir algo económico, preciso y fácil de usar.
Para su próximo paso, Karina planea obtener un título de posgrado en bioingeniería para poder examinar la relación entre la energía electromagnética y el cuerpo humano. Ella piensa que algún día podría centrarse en diseñar tecnologías que mejoren la calidad de vida de los pacientes que padecen trastornos neurológicos.
"El momento en que decidí convertirme en ingeniera sucedió cuando leí un artículo sobre una madre con Alzheimer que ya no reconocía a su propio hijo pequeño", recuerda Karina. “Esa historia me rompió el corazón. Pero también me inspiró a dedicar mi vida a crear soluciones que aborden algunos de los mayores problemas de la humanidad".